Tener barriga, un riesgo para tu corazón
Día 23/02/2015 - 02.17h
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La grasa abdominal es la que más influye en la salud cardiovascular. Te contamos cuándo preocuparse y cómo prevenirla
La barriga
 prominente, esa protuberancia que en el pasado fue signo de opulencia y
 en la actualidad se esconde bajo faja, lleva un mensaje de alerta al 
que la porta: el doble de riesgo de sufrir muerte súbita. Así lo asegura un estudio publicado recientemente en la prestigiosa revista «Heart»,
 que concluye que las personas con obesidad abdominal tienen más 
probabilidades de experimentar una parada cardiaca inesperada. 
La investigación contó con 14.941 participantes que fueron 
sometidos a chequeos médicos durante 12 años. En ese tiempo se 
produjeron 253 episodios de muerte súbita, el 80% de los cuales 
aparecieron en los sujetos con un índice cintura/cadera (resultado de dividir el perímetro de la cintura por el perímetro de su cadera) elevado. Se considera obesidad abdominal cuando este valor es superior a 0,8 en mujeres y a 0,95 en hombres.
Pero, ¿por qué es tan peligrosa? «La obesidad abdominal es un índice de grasa visceral, y esta grasa está asociada a mayores alteraciones metabólicas
 en forma de intolerancia a la glucosa, disminución de la sensibilidad a
 la insulina, alteración del perfil lipídico así como una mayor 
influencia en los procesos inflamatorios que la grasa acumulada en otras
 áreas, lo que lleva a un aumento del riesgo cardiovascular», explica el doctor Ángel Moya, presidente de la Sección de Electrofisiología y Arritmias de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). 
Por eso en los últimos tiempos los expertos recomiendan no medir solo el Índice de Masa Corporal
 (IMC) de las personas sino también el perímetro de su cintura y el 
índice cintura/cadera. «El estudio muestra que con un índice de masa 
corporal elevado, el sujeto aumenta en un 34% el riesgo de muerte 
súbita, frente al 49% del perímetro de la cintura o al 100% del índice 
cintura/cadera. Queda claro entonces que la presencia de grasa en la 
zona central del cuerpo es mucho más relevante que en otras partes del 
organismo, por lo que es recomendable utilizar este índice en el cálculo
 del riesgo de nuestros pacientes», apunta el doctor Moya.
Dieta y ejercicio
De hecho, se da la paradoja de personas que, con un IMC 
normal, tienen un perímetro de la cintura elevado. Un tipo de paciente 
al que se denomina delgado, pero metabólicamente enfermo.
 «Nos obsesionamos con perder peso y la intervención más rentable es 
reducir cintura. No basta solo la dieta, es necesario el ejercicio», 
explica a ABC el doctor José Manuel García Almeida, jefe de Servicio de 
Endocrinología y Nutrición del Hospital Quiron Málaga y miembro de la 
junta directiva de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo), que recuerda que el sedentarismo también es un factor de riesgo por sí mismo. 
Los valores de corte según el National Institutes of Health
 (NIH) para establecer el riesgo cardiovascular potencial son más de 102
 centímetros de perímetro de cintura para hombres y 88 centímetros para 
mujeres. 
Hay varias causas por las que la grasa se acumula en una zona concreta del cuerpo. El doctor Esteban Jódar,
 jefe de servicio de Endocrinología del Hospital Universitario Quirón 
Madrid, apunta primero al determinante sexual. «En general hay una 
obesidad típica de las mujeres, donde la grasa se acumula en los 
glúteos, mientras que en los varones es en la barriga. Aunque ellas con 
la menopausia pueden alterar su forma en este sentido». También influye 
la «predisposición genética», por lo que hay familias en las que sus miembros son más propensos a acumular en la tripa. 
La grasa abdominal, difícil de quitar
En cualquier caso, el principal culpable de esta situación 
es un balance calórico positivo. Ingerimos más de lo que gastamos. «La 
alimentación es cada vez más hipercalórica, rica en azúcares
 simples y grasas de mala calidad, y se hace menos ejercicio. Estar 
sentado quema la mitad de calorías que estar de pie», advierte el doctor
 Jódar. 
El problema es que la grasa abdominal es más difícil de diluir que
 la de otras zonas. «Se pierde antes la generalizada y se queda el 
michelín, pero el paciente no debe desanimarse y tiene que seguir 
insistiendo con la dieta y el ejercicio», asegura la doctora Assumpta 
Caixàs, coodinadora del Grupo de Obesidad de la Sociedad Española de 
Endocrinología y Nutrición (Seen),
 que recomienda realizar una actividad aeróbica (caminar, bailar, nadar,
 bicicleta, pilates), que «no tiene por qué ser matarse a abdominales», y
 evitar sobre todo las grasas saturadas. 
Lo ideal es regresar al patrón de dieta mediterránea, que reduce el riesgo cardiovacular, como demostró el estudio Predimed. «El aceite de oliva debe ser la grasa fundamental;
 como proteína, el pescado y las legumbres; y de hidratos, la fruta, 
verdura y cereales integrales», recuerda el doctor García Almeida. En 
cuanto a las carnes, hay que optar por las magras y dejar las rojas para
 un consumo ocasional. 
La barriga también puede aparecer tras una comilona o por 
exceso de gases pero, no se engañe, si al cabo de dos o tres días no ha 
desaparecido, es grasa.

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