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jueves, 14 de agosto de 2014

La mentira del padre Miguel Pajares...pero "Él estaba allí con su mentira y yo aquí con mi racionalismo."

 Reproducido del muro de Sofia Montenegro. 

Leo y tengo los ojos llenos de lagrimas. Estoy en Africa y ya vi el miedo en los ojos de un especialista  cuando sintio la posibilidad de enfrentarse en su hospital al Ebola. Nada le va a pasar con su equipo de proteccion personal y las medidas basicas de higiene. Dicho sea de paso hablaba en nombre de un colectivo... que verguenza. Ya supe tambien de los temblores de piernas de los funcionarios (as) de una "pasarela" internacional, refugiados en su cheque de fin de mes, ante la invitacion de "crecer personalmmente y profesionalmente ayudando a los k estan en necesidad en el marco de la epidemia" en...el escenario de su pais, donde la epidemia no existe,  y de acuerdo a su perfil profesional. Nunca van a estar a una pulgada de un paciente con Ebola...Para no mencionar otros, mas interesados en la posibilidad de la "evacuacion" k en cumplir con su "deber". Dicho sea de paso,  hay mas k numerosas exepciones y un movimiento ejemplar de funcionarios comprometidos desde esta manera de sobrevivir, bien dispuestos y decididos para detener la epidemia. La OMS es un tremendo ejemplo en ese sentido. Tambien Medicos Sin Fronteras y otros k seguro se me escapan. Mis respetos. Tambien, mi profundo respeto y admiracion para el Padre Miguel Pajares. Un heroe de la Salud Publica y un martir moderno del mejor cristianismo. Soy testigo del PODER de la Fe para enfrentar la muerte y servir al projimo. La misma por la k murio Oscar Robelo Sotomayor en aquella sangrienta batalla en la Nicaragua de mis amores en los anos 80s. Sabe...NO habia escuchado una reflexion tan solida y direta derrumbando la esencia misma de ser ateo.. Con perdon de los presentes... Ya mande desde hace anos mi racionalismo a la mierda y ahora simplemente creo y...soy testigo. Al k me pregunte le digo sis dudar: mi DIOS es PODEROSO, amoroso,y leal. Y me vale un comino, para ser delicado, lo k piensen. Pero esta cita es la k me ha provocado este torbellino de sentimientos. Cito, pues... "Yo soy ateo. No agnóstico. Ateo. O sea, que estoy convencido de que los curas se pasan la vida creyendo en una mentira. Creo, además, que toda mentira es dañina. Y de sobremesa en sobremesa exhibo con arrogancia mi materialismo. Pero la coquetería me dura hasta el preciso instante en que me entero de que un misionero se ha dejado la vida en Liberia por limpiarle las pústulas a unos negros moribundos. Entonces me faltan huevos para seguir impartiendo lecciones morales. principlamente por lo aplastante del argumento geográfico. Él estaba allí con su mentira y yo aquí con mi racionalismo" Bien por Rafael Latorre. Gracias por tu valentia Rafael...
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Rafael Latorre

Correr la milla

Subdirector de ZoomNews. Le hubiera gustado formar parte de la tripulación del Pequod pero se conforma con lo presente.

Mié, 2014-08-13 10:06

La mentira del padre Miguel Pajares

Frente a la bondad ontológica de tantos, la del misionero es una bondad provisional, que jamás será completa porque opera un atenuante.
A primera hora de la mañana de ayer se hizo evidente que vivimos en un país con sensibilidad. No eran todavía las nueve cuando miles de ciudadanos habían publicitado cuánto les había conmovido aquel tontorrón Club de los Poetas Muertos del dicen que inolvidable profesor Keating.
El derroche de emociones fue tal que para cuando murió Miguel Pajares nos habíamos quedado sin existencias. Al misionero todavía hoy se le hurtan en las ediciones de papel de los periódicos los elogios fúnebres. Y eso que hay pocas mercancias periodísticas tan baratas.
Piensen en todas las buenas intenciones que conocemos de tantos compatriotas que militan en la bondad a jornada completa. Cuánto sabemos de todo lo que le preocupa a nuestra cohorte de bondadosos ontológicos la miseria y la desnutrición, los bombardeos sobre la franja de Gaza, el expolio de África, las penosas travesías en cayuco, los niños de las fábricas chinas de Nike y las plagas de langosta en Níger.
Y sin embargo hasta ahora desconocíamos, no ya los hechos, sino la mera existencia de un tipo como Pajares, que hace tan solo unos días le escribía esto a su primo desde un hospital de Monrovia:
"Tenemos muchos problemas. Han fallecido dos personas y 13 se niegan a venir a trabajar, quieren quedarse en cuarentena. Yo he ido cada día y he saludado a todos, me meten miedo, la muerte ronda. Se sospecha de algún caso más de ébola. Esperamos resultados. Es penoso pero hay que estar. Lo comparo a la guerra, aunque esto es más peligroso. El enemigo en casa".
Piensen en todos los buenos propósitos que conocemos de, no sé, Llamazares, por ejemplo, al que el duelo por el cura le duró exactamente 53 caracteres antes de dedicarse a lo urgente, que es preguntarle al gobierno que para qué han servido al final tantas molestias.

Hoy lo hemos podido comprobar. Frente a la bondad ontológica de tantos, la de Pajares es una bondad provisional, que jamás será completa porque opera un atenuante. Aquellos a los que ayudó no son más que beneficios colaterales de la fe. No como aquella vez que todos pusimos el hashtag aquel contra Boko Haram, que aquello, si bien poco efectivo, sí que lo hicimos de corazón. Yo soy tan asquerosamente materialista que no entiendo estos debates. Y sospecho que a los necesitados a los que ayudó Pajares este tiki taka moral les importa una higa, porque la necesidad te hace resultadista.
Yo soy ateo. No agnóstico. Ateo. O sea, que estoy convencido de que los curas se pasan la vida creyendo en una mentira. Creo, además, que toda mentira es dañina. Y de sobremesa en sobremesa exhibo con arrogancia mi materialismo. Pero la coquetería me dura hasta el preciso instante en que me entero de que un misionero se ha dejado la vida en Liberia por limpiarle las pústulas a unos negros moribundos. Entonces me faltan huevos para seguir impartiendo lecciones morales. Principalmente por lo aplastante del argumento geográfico. Él estaba allí con su mentira y yo aquí con mi racionalismo.
Leo en twitter cosas estremecedoras. No es siquiera relevante. Si algo nos han hecho sentir las redes sociales desde su mismo nacimiento es nostalgia de aquel tiempo en que ignorábamos el reflujo ácido que irrigaba a algunos de nuestros vecinos. Aquellos días felices en que a uno no le hacían partícipe de las íntimas miserias.

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