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martes, 31 de mayo de 2011

Gracias por este hijo tan hermoso.... Feliz día de las madres!


El rayo de la Revolución tuvo incontables bemoles y matices en los cielos de la Patria y en las nubes borrascosas y aterciopeladas de nuestras vidas. Como en todo: luces y sombras, claroscuros. ¡Oh vida sin línea recta, difícil es orientarse en tus recovecos, sobre todo si la Revolución se desborda en el pecho! El pueblo clamaba por la injusticia histórica. Nosotros, otra vez, decididos al sacrificio, a la muerte si fuera necesario. Nada importaba: ni la mujer, ni los hijos, ni la familia. A veces, ni los bienes materiales. Tensionó hogares, separó y unió parejas. Un tira y encoge de hechos vitales desparramados en la geografía: casamientos, nacimientos, defunciones,  divorcios, uniones de hecho. Inevitables las pequeñeces y proezas del ser humano. Mezclado todo como si la demografía, igualmente,  se hubiera revelado. Como si hubiera habido una “revomografía” y loca hacía lo que quería. Esa tormenta también nos tocó a nosotros, parte de esa vorágine: ¿Cómo íbamos a escapar de ese aquelarre? Tú y yo, doblemente comprometidos.  Con lazos del corazón y de la rebelión. Apuesta ganada y también dolorosamente perdida.   La Revolución terminó de separar las vidas de los fundadores de aquel primer y hermoso núcleo familiar. Nosotros, Adán y Eva modernos, expulsados de nuestro paraíso personal, separados por la espada flamígera de la Revolución y una versión propia de la danza de los cuchillos largos. Después, bellos poemas escribí para ti. La vida me enseñó, sabiamente,  que la buena poesía no sustituye los años, la experiencia, los procesos personales… el trámite maduro de  las ansiedades compartidas que genera el proceso de convertirnos en hombres y mujeres, de ser, tener y haber pareja… ¿Qué podíamos hacer? Buena pregunta. Respuesta larga y comprometedora. No para aquí ni para ahora. La verdad sea dicha, Querida,  fantasma irremediable en mi agenda de amores, precursora de mi descendencia, hoy nos unen lazos de carne y hueso, más allá de los ideales y de las pasiones, tan hermosamente compartidas. Grande, fuerte, inteligente. Somos uno en El, el hijo amado. Este es un pedazo de mi historia y de la tuya que nunca va a salir en los libros que los niños van a estudiar en el futuro ni en las sesudas reflexiones a posteriori de los que fueron nuestros dirigentes, que tratan de sanar, en una dimensión que solo ellos conocen, otras heridas… 
<Photo 1>
Reproducido de http://www.bubok.com/libros/196676/Sin-secretos

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