Buscar este blog

domingo, 11 de enero de 2015

La masacre de Paris...diferentes apreciaciones, la mia incluida .

00 Una mirada joven y radical...

Palabras inmortales de un joven sobre los acontecimientos en Pari: 
"...la mierda esa era era un maldito monumento a la intolerancia, racismo y la arrogancia colonialista francesa, incentiva la xenofobia, les pasan la cuenta y ahora ellos son los martires!!!!
mataron a civilizados europeos!!! ohhhh Dios no!! los barbaron arabes bestias...
esos maes se metieron a una guerra de ideas, eran medios de propaganda y ahora no asumen las consecuencias de su propaganda de querra, si vas a pelear con armas o con dibujos sabelo que es guerra y la gente no llega a tomarse de las manos a un campo de batalla..."
Completamente de acuerdo.
Clase falta de sentido común, nadie excusa el radicalismo de los perpetuadores porsupuesto... pero la libertad de expresion se acaba cuando se acaba el respeto por la otra cultura... cosa que Charlie Hebdo NUNCA tuvo... Era evidente que habrian represalias... y ahora el festin de los medios que vuelven santos a los franceses y sus causas y demonizan a todo el mundo musulman....

A continuacion...visiones mas prudentes, mas maduras, mejor informadas?

01 http://elpais.com/elpais/2015/01/09/opinion/1420821463_047382.html

El instante churchilliano de la V República

Francia se enfrenta a dilemas que van desde los límites de la lucha antiterrorista al papel de la comunidad islámica frente al yihadismo. Su resolución determinará la conformación del país


Doce rostros. Doce nombres, algunos de los cuales pronunciaron para identificarles específicamente antes de ejecutarles. Doce símbolos, llorados en todo el mundo, de la libertad de reír y de pensar, ahora asesinada. Por esos 12, a Charb, Cabu, Wolinski, Tignousa, a Bernard Maris, por esos mártires del humor que tantas veces nos hicieron morir de risa y que por ella han muerto, por ellos tenemos la obligación, como mínimo y sin la más mínima duda, de estar a la altura de su compromiso, su valor y, hoy, su legado.
Las autoridades de la nación tienen ahora el deber de sopesar un conflicto que no deseaban pero que los periodistas de Charlie —esos cronistas y caricaturistas que eran, ahora lo sabemos, corresponsales de guerra— estaban librando desde hacía muchos años, y en primera línea. Estamos ante el instante churchilliano de la V República. Es el momento de cumplir con el deber de atenernos a una verdad implacable ante una prueba que se anuncia larga y terrible. Es el momento de que rompamos con los discursos apaciguadores que nos sirven desde hace tanto tiempo los tontos útiles de un islamismo soluble en la sociología de la miseria. Y es el momento, ahora o nunca, de hacer gala de una sangre fría republicana que hará que no nos abandonemos a las funestas facilidades del Estado de excepción.
Un antiterrorismo sin poderes especiales. Francia puede —y debe— levantar unos diques que no sean los muros de una fortaleza asediada. Francia debe —y puede— poner en práctica un antiterrorismo sin poderes especiales, un patriotismo sin Patriot Act, una forma de gobernar que no caiga en ninguna de las trampas en las que estuvo a punto de perderse Estados Unidos después del 11 de septiembre de 2001. ¿No nos invitan de manera implícita a ello las palabras de John Kerry, hace 10 años adversario desafortunado pero honorable del mediocre apóstol del antiterrorismo que fue George W. Bush? ¿Acaso no tuvo el homenaje que rindió en francés a las 12 víctimas, su Je suis Charlie recuperado en el mismo francés que el conmovedor discurso pronunciado por el presidente Roosevelt en las ondas de Radio Londres el 8 de noviembre de 1942, la doble virtud de subrayar la dimensión histórica del suceso y al mismo tiempo dirigir a la nación hermana una discreta advertencia contra la tentación, siempre posible, de la biopolítica liberticida?
Nosotros, los ciudadanos, tenemos el deber de vencer el miedo, de no responder al terror con el espanto y de armarnos contra esa obsesión con el otro y esa ley de la sospecha generalizada que acaban siendo, siempre o casi siempre, la consecuencia de sacudidas como esta. En el instante de escribir estas líneas, la prudencia republicana parece haber predominado. El Je suis Charlie inventado de forma simultánea y como con una sola voz en las grandes ciudades de Francia marca el nacimiento de un espíritu de resistencia a la altura de lo mejor de la historia. Y los incendiarios de almas que predican sin descanso la división entre los franceses de origen y los que los son porque lo dicen sus papeles, los provocadores de disturbios que, en el Frente Nacional, veían estas 12 ejecuciones como una nueva sorpresa divina que demuestra el avance inexorable del “gran reemplazo” y nuestro cobarde sometimiento a los profetas de la “Sumisión”, se han quedado con dos palmos de narices.

Tenemos el deber de vencer el miedo, de no responder al terror con el espanto
La unidad nacional es lo contrario de “Francia para los franceses”. No obstante, hay que preguntarse: ¿hasta cuándo? Y es fundamental que, cuando pase el tiempo de las emociones, sigamos respondiendo al lema de “Francia para los franceses” de la señora Le Pen con la unidad nacional de los republicanos de todas las tendencias políticas y todas las procedencias que, en las horas siguientes a la matanza, salieron con valentía a la calle. Porque la unidad nacional es lo contrario de Francia para los franceses. La unidad nacional es, desde Catón el Viejo hasta los teóricos del contrato social moderno, un bello concepto que, emparentado como está con el arte de la guerra justa, no se equivoca jamás de enemigo. La unidad nacional es la idea que hace que los franceses hayan comprendido que los asesinos de Charlie no son los musulmanes, sino una ínfima fracción de los musulmanes, compuesta por quienes confunden el Corán con un manual de torturas. Y es obligatorio que esa idea sobreviva a este increíble sobresalto ciudadano.
Aquellos que tienen por religión el islam tienen el deber de proclamar en voz muy alta, y de forma muy multitudinaria, su rechazo a esta forma pervertida de la pasión teológico-política. No es cierto, como se dice demasiado a menudo, que a los musulmanes de Francia se les conmine a justificarse; más bien —y es exactamente lo contrario— se les convoca a manifestar que se sienten hermanos de sus conciudadanos asesinados y, de esa manera, a erradicar de una vez por todas la mentira de que existe una comunidad de espíritu entre su fe y la de los autores de la matanza.
No en nuestro nombre. Ellos tienen la importante responsabilidad, ante la Historia y ante sí mismos, de gritar el Not in our name de los musulmanes británicos, que quisieron así refutar toda posibilidad de asociación con quienes habían decapitado a James Foley; pero tienen también la responsabilidad, aún más imperiosa, de declinar su nombre, su verdadero nombre, como hijos de un islam de tolerancia, paz y bondad. Hay que liberar al islam del islamismo. Es necesario repetir que asesinar en nombre de Dios es convertir a Dios en un asesino por poderes. Esperamos, no solo de los expertos en religión como el imán de Drancy Chalghoumi, sino también de la inmensa muchedumbre que constituyen sus fieles, la valiente modernización que permita enunciar, por fin, que el culto a lo sagrado es, en democracia, un atentado contra la libertad de pensamiento; que las religiones, a ojos de la ley, son unos regímenes de creencias ni más ni menos respetables que las ideologías profanas; y que el derecho a reírse de ellas o a discutirlas es un derecho de todas las personas.

Islam contra Islam. Luces contra yihad. Este es el combate que nos aguarda
Este es el camino difícil, pero tan liberador, que seguían algunas conciencias del Islam que tuve el honor de conocer en Bangladesh, Bosnia, Afganistán y los países de la Primavera Árabe y cuyos nombres quiero repetir aquí: Mujibur Rahman, Izetbegovic, Massud, los héroes y heroínas caídos en Bengasi, como Salwa Bugaighis, bajo el fuego o los cuchillos de los hermanos de barbarie de quienes han asesinado a Charb, Cabu, Tignous y Wolinski. Es su mensaje el que debemos escuchar. Es su testamento traicionado el que debemos hacer nuestro sin más tardar.
Ellos son, incluso después de muertos, la prueba de que el islam no está condenado a sufrir esta enfermedad diagnosticada por Abdelwahab Meddeb, el que más cruelmente vamos a echar de menos, de todos nuestros poetas y filósofos, en los tiempos sombríos que se avecinan. Islam contra Islam. Luces contra yihad. La civilización plural de Ibn Arabi y Rumi contra los nihilistas del Estado Islámico y sus emisarios franceses. Ese es el combate que nos aguarda y que, todos juntos, vamos a tener que librar.

02 10 ENE 2015 - 03:59 CET19

Halcones y palomas de la libertad de expresión

El rápido paso del ‘Je suis Charlie’ al “yo no soy Charlie” promueve la autocensura y convierte a una sociedad en rehén del despotismo


Curiosamente, el miércoles del atentado en París sobraba indignación en el mundo en defensa del principio inalienable de la libertad de expresión. El jueves ya empezaron los peros, los sin embargos y los no obstantes, según muchas voces, justificados para no ofender la sensibilidad religiosa de los musulmanes. Algunos pasaron rápidamente del Je suis Charlie al “yo no soy Charlie”, expresando oposición a la sátira por irresponsable e innecesariamente provocativa. Fue como si de pronto surgieran los halcones y las palomas de la libertad de expresión.
Sea por temor o por ser políticamente correctas, surgió entre las palomas la desafortunada noción que la provocación en cuestión promovió el ataque. Es un argumento que revictimiza a la víctima. Uno piensa inmediatamente en la literatura feminista, por ejemplo, plagada de escenarios de esta naturaleza, desde el atuendo de la mujer en casos de agresión sexual hasta la inconveniencia de desafiar la autoridad del hombre en casos de abuso. Voluntariamente o no, es un razonamiento que casi siempre llega a una sutil justificación de la violencia en cuestión. Al final uno hasta puede olvidarse de la nada sutil diferencia que existe entre el grafito y el plomo.
Independientemente de ser un ultra de la libertad de expresión —como quien aquí escribe—o un moderado —como aquellos dispuestos a “partir la diferencia”— toca encontrarle sentido a tanto sinsentido, el ataque terrorista y el debate. Una primera reflexión es que las comunidades islámicas europeas tienen una tremenda disyuntiva frente a sí, un doble estándar de gigantescas proporciones que deben resolver. Gozan de los derechos y garantías que les otorga un Estado constitucional, mientras varios de sus miembros —que no son pocos, sean violentos o pacíficos— intentan restringir a otros el uso de esas mismas libertades. Como se dice en inglés: they can’t have it both ways.

Surgió entre las palomas la desafortunada noción que la provocación en cuestión promovió el ataque
Dicho de otro modo, en su amplia mayoría, las comunidades musulmanas son comunidades inmigratorias. En muchas de sus sociedades de origen —donde la vida colectiva está organizada bajo el paradigma del Islam— los individuos no gozan de los derechos que les garantiza la arquitectura del constitucionalismo liberal. No hay más que pensar en las personas que practican otra religión, en los homosexuales y en las mujeres que cometen adulterio. Si Charlie Hebdo invitó a la violencia con su sátira, pues la indefinición de los musulmanes sobre estos principios, y su persistente rechazo a la asimilación, contribuyen a su propia exclusión y, peor aún, alimentan a la derecha xenófoba y racista, igualmente antiliberal. El multiculturalismo es muy viable, es solo que la hipocresía no lo ayuda.
La segunda reflexión es que el derecho a la blasfemia, principio muy en juego en esta crisis, no existe por el deseo malévolo de ofender al creyente. Existe porque sin ese derecho no hay secularización, es decir, no es posible una real separación entre Iglesia y Estado, piedra basal del constitucionalismo y la democracia. Este principio es para la política lo que la separación entre el conocimiento derivado de la fe y los hechos objetivos comprobables son para la epistemología, un quiebre intelectual específico al racionalismo y el positivismo, ambos franceses en origen, justamente.
Dadas estas bifurcaciones políticas y cognitivas, el derecho a la blasfemia es el derecho a considerar al dogma religioso como una narrativa como cualquier otra, y por ende susceptible de la crítica a la que se somete a cualquier otra. La sátira de Charlie Hebdo, su sarcasmo, su burla —del Islam y de otras religiones por igual— es la misma burla que uno puede leer en la crítica de una película aburrida, de un libro mediocre o de una exposición de pintura poco estimulante. Simplemente se trata del derecho a rechazar verdades reveladas.

Las comunidades islámicas europeas tienen una tremenda disyuntiva frente a sí, un doble estándar de gigantescas proporciones que deben resolver
El problema de las palomas, aquellos dispuestos a renunciar a algunas libertades, es que pasan por alto que la libertad de expresión ya es un compromiso, un encuentro a mitad de camino y un acto de enorme moderación, la que deviene del hecho de darle a todos el mismo reconocimiento, la misma legitimidad. Desandar ese camino, y por ejemplo declinar o moderar ese derecho, primero, obliga a una sociedad a la autocensura y, en el largo plazo, la convierte en rehén de los déspotas.
La tercera reflexión es que aquí no hay conflicto religioso ni choque de civilizaciones, una lógica que, por otra parte, desconoce que las peores barbaries de la historia de la humanidad ocurrieron dentro de las civilizaciones, no entre ellas. El argumento que Occidente es el gran enemigo de la militancia radical islámica pierde fuerza explicativa cuando uno ve que el genocidio en Siria, el secuestro de niñas en Nigeria y la matanza de escolares en Pakistán han ocurrido en nombre de los mismos principios religiosos con los cuales se ejecutaron a los caricaturistas franceses.
El término que falta en esta ecuación es la política, la política en el mundo árabe y en el Islam. La religión actúa como excusa discursiva para actores a veces estatales, otras no estatales, y últimamente protoestatales que buscan consolidar regímenes despóticos. El terrorismo es cada vez menos la respuesta a las lejanas invasiones de Afganistán e Irak, y cada vez más la consecuencia del dramático fracaso de la primavera árabe, la cuarta ola democratizadora que llegaría al medio oriente. La ola llegó, chocó contra el paredón en la explanada del autoritarismo y se retiró mar adentro para no regresar por el futuro previsible.
No hay más que mirar a Egipto, de quien nadie habla con ocasión de esta tragedia, el país más poblado del medio oriente donde el despotismo religioso de la Hermandad Musulmana perdió el poder en manos del despotismo secular de Al Sisi. No sabemos cuánto de aquel proyecto religioso se vehiculiza hoy por medio del Califato de Mosul, lejos de Egipto. Una vez más, el conflicto más profundo no es entre civilizaciones.
Y, finalmente, si se trata del lápiz como símbolo de las libertades fundamentales, quienes vivimos en la orilla occidental del Atlántico no podemos dejar de recordar a Bonil, el caricaturista ecuatoriano, verdadero halcón de la libertad de prensa y pionero del uso del lápiz como método de defensa de sus derechos. En esta parte del mundo es el Estado, en lugar del terrorismo, el que ataca la libertad de prensa. Lo hace con un sistema judicial esclavo del poder político. Si bien menos brutal es igual de arbitrario y con efecto similar: la autocensura primero, y luego la sociedad como rehén del autoritarismo.
La moraleja es que nunca se puede ser demasiado extremo, demasiado halcón, cuando se trata de la libertad de expresión. Nous sommes tous Charlie.

Un punto de vista perosnal...

03 Mi apreciacion...rapida y sin pretender pontificar sobre el asunto. otros puentos de vista similares o diferentes son bienvenidos.

No soy un experto en estos temas pero... la libertad de expresion es un concepto, que como otras libertades, consignadas en el discurso de los Derechos Humanos, me atrae. Tengo la clara conciencia de que con relacion a este derecho y otros,hay un abismo entre la propuesta y la practica.  y raseros diferentes para medirlos en diferentes contextos culturales y politicos. El hecho de que exista una propuesta ya es un avance substantivo...el tema obligado de reflexion no es la norma que enarbola y  representa sino el momento estrategico de negociacion y su puesta en practica llena de matices que manifiesta la complejidad de lo real como reflejo de la fragmentacion de intereses en cada contexto. En sintesis, esta es una senal inequivoca de que una guerra de consecuenicas impredecibles para el futuro de la humanidad esta en curso y que la violencia es la via practica que esta solucionando una colision de civilizaciones, ideologias y maneras de pensar el mundo. La sociedad Occidental - pretendidamente lider mundial en la esfera de los derechos - y una fraccion decidida y sanguinaria del mundo musulman, que utiliza una interpretacion extrema o falsa, los que saben mas podran hacer una disitincion mas acertada, del Islam como religion, estan en un desencuentro mundial de proporciones epicas. Por su rol en la construccion de la historia de la sociedad Occidental, basicamente la denominada Revolucion Francesa" del siglo 17,  un hito en la vision Occidental de la historia mundiual, los hechos en Paris han tocado fibras sencibles en la dimension humana, politica y social. El hecho en si es mas que condenable. Matar en nombre de una Fe no es aceptable en la cosmovision de mundo "civilizado" que por autonomasia deberia priorizar la negociacion y el ganar - ganar como estrategia, segun nuestro entendimiento,  aunque la historia nuestra y de otros, reciente y pasada, esta llena de ejemplos que lesionan esta vision idilica. Mi pricipal preocupacion es entender las raices de esta guerra,  por que mas alla de esta batalla, consigo apreciar un futuro turbulento....Y este es un analisis que escapa a mis posibilidades y capacidades. Por en cuanto, es claro para mi, que otros hechos deberian atraer tambien los ojos de la colunidad occidental. Un buen ejemplo, entre otros,  es la muerte de 43 estudiantes  aspirantes a dedicar su vida a la noble tarea de ensenar en Mexico...Pero bien...Mexico no es Francia cuando se miden sus pesos especificos en la policromia de la sociedad occidental ni en las agendas de los medios de "comunicaccion" que moldean la opinion publica mundial. Ya termino con esta pseudo reflexion: estamos como humanidad amenazando nuestro futuro con el derroche de recursos de nuestra nave espacial, a favor de un estamento privilegiado de seres humano que luchan por preservar a toda costa sus elevados niveles de vida. Aparentemente, hay un analfabetismo profundo o una apatia irresponsable en los tomadores de desicion al mas alto nivel con relacion a las implicaciones para el futuro del cambio climatico que hemos generado. Ademas, guerras, genocidios y actos violentos son el pan de cada dia en el menu de noticias internacional.  A lo anteriormente expuesto se suma esta "guerra" de alcances y consecuencias impredecibles pero peligrosas. Hoy estan en el juego las armas convencionales...que va ba pasar cuando el protagonismo comience a ser el de las armas de destruccion masiva de efecto limitado o generalizado? Senores y "as", como hoy se estila...es nuestro futuro el que esta AMENAZADO! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario