Buscar este blog

jueves, 20 de marzo de 2014

Desde Rusia con amor

Desde Rusia con Amor:

Vistazo Breve al Orden Mundial Existente

El referéndum que tuvo lugar en Crimea este pasado domingo ha sido declarado una violación flagrante del derecho internacional y de la Constitución de Ucrania por los Estados Unidos y la Unión Europea, quienes fueron rápidos para imponer sanciones económicas y restricciones de visa a funcionarios rusos y ucranianos presuntamente implicados en el referéndum. La alianza EEUU/UE también fue rápida con la amenaza de sanciones más profundas y dolorosas si Rusia se atreviera a anexar a la ya independiente República de Crimea a la Federación Rusa, hecho que la Federación Rusa acaba de realizar.

Entonces ¿qué efecto, si es que alguno, tendrán estas sanciones en Rusia, aparte de las carcajadas que ya pueden oírse en Washington desde el Kremlin?
¡Ninguno!

La realidad es que ni a los Estados Unidos ni a la Unión Europea les importa el derecho internacional ni la democracia en Ucrania. A Rusia tampoco le importa. Lo que realmente les preocupa es qué bloque de potencias capitalistas prevalecerá al final en el país de Europa Oriental ¿el bloque "made-in-the-USA" o el bloque "desde-Rusia-con-amor"?

La verdad es que no son tan diferentes.

Los Estados Unidos y la Unión Europea han estado tratando de asegurar una "solución" al estilo de Grecia para los problemas económicos de Ucrania, solución que consiste en ofrecer tratados de libre comercio y préstamos del FMI a cambio de reformas, y que ha demostrado ser catastrófica para el pueblo griego. Si Ucrania sigue esa ruta la Unión Europea y los Estados Unidos, a través de dichos acuerdos y préstamos, podrán fácilmente proporcionar los fondos y la tecnología para que Ucrania gane acceso a sus recursos energéticos y se libre de su dependencia energética de Rusia. Ucrania tendrá entonces que honrar su compromiso con las reformas pro-occidentales, y usar sus tuberías para vender energía ucraniana a los países de Europa Occidental, sacando completamente a Rusia de la ecuación.

Por otro lado, el Presidente Putin está interesado en que Ucrania forme parte de la Unión Eurasiática, la cual pretende detener el avance de la OTAN en lo que un día fue territorio de la URSS y restaurar el estatus de gran potencia de Rusia mediante la creación de un bloque comercial regional conformado por ex naciones soviéticas lideradas por el Kremlin. Esta opción de la Unión Eurasiática presupone un mundo tan capitalista como el propuesto por los EEUU y la UE, con la variante de que su objetivo principal es fortalecer aún más la posición de Rusia como superpotencia militar y energética, en abierto desafío a la supremacía geopolítica de los Estados Unidos y de la Unión Europea.

A pesar de estas diferencias, tanto Rusia como los EEUU y la UE operan dentro del mismo marco económico. Para ilustrar este punto supongamos por un momento que los Estados Unidos y la Unión Europea decidan castigar a Rusia con duras sanciones económicas, Moscú podría responder apagando el suministro de energía a Ucrania, que en este momento depende de la energía rusa para cubrir hasta un 60% de sus necesidades. Para agravar la situación, Ucrania también sirve como ducto energético entre el petróleo y gas rusos y otros países europeos. Las repercusiones de un bloqueo ruso irían entonces mucho más allá de esos países, ya que los precios del petróleo se elevarían debido a la reducida cantidad de energía, lo cual afectaría a los mercados internacionales en todas partes. Todo esto sin tomar en cuenta la posibilidad de que Rusia corte el suministro energético al resto de la UE, que necesita del petróleo ruso para cubrir hasta un 30% de sus necesidades.

Es obvio que la razón por la cual los Estados Unidos y la Unión Europea no están empujando sanciones más duras contra Rusia es que no pueden hacerlo sin lastimar sus propios intereses económicos, los cuales no son meramente intereses nacionales, sino intereses ligados a las empresas transnacionales y al mercado mundial, en el que Rusia juega un papel vital. Los únicos afectados por las sanciones fueron funcionarios rusos y ucranianos sin ningún poder económico significativo. Las empresas y los oligarcas rusos fueron excluidos de las sanciones porque hacerles daño seguramente haría daño a los mercados y a las inversiones extranjeras. Es importante señalar como, en una muestra de renuente respeto y precaución, el Presidente Putin también se salvó de toda sanción.

¿Estamos entonces siendo testigos del advenimiento de un nuevo orden mundial en el que el poder ruso desplazará el poder de los Estados Unidos para convertirse en el bravucón más grande del mundo? No realmente. Lo que estamos viendo es la reestructuración esperada y natural del poder en el orden mundial existente. En este nuevo orden mundial, regido o por el poder corporativo transnacional y de mercados globales, Rusia está íntimamente entrelazada con capitales y mercados extranjeros. Lastimar a Rusia sería entonces lastimar intereses transnacionales, lo cual podría tener un efecto devastador en el escenario económico mundial. Las sanciones a Rusia, por lo tanto, no son más que un espectáculo ilusorio para que los Estados Unidos y la Unión Europea salven su cara e intenten minimizar la gravedad de su interdependencia con Rusia.

El Presidente Vladimir Putin ha estado maniobrando para crear alianzas con naciones que han desafiado la supremacía de los Estados Unidos y de la Unión Europea con el fin de recuperar el viejo poder e influencia que tuvo la URSS durante la Guerra Fría. Desde el salvaje bombardeo de Irak, conocido como "conmoción y pavor," hasta el reciente conflicto en Siria, Rusia ha sido un crítico severo del poder unilateral que ha ejercido Estados Unidos en el mundo desde la primera guerra del Golfo Pérsico, advirtiendo incluso públicamente a Obama, en un editorial en el New York Times, de los peligros del mito del excepcionalismo estadunidense.

Lo que está ocurriendo ante nuestros ojos en Crimea, que ya forma parte de la Federación Rusa, es el reclamo ruso de su lugar en el nuevo orden mundial. Putin no reta el poder transnacional como fuerza impulsora en el panorama geopolítico actual, más bien lo usa a su favor para enviar un mensaje claro a Estados Unidos y a la Unión Europea: que Rusia no será empujada fuera del camino al tratar ellos de expandir su control de los mercados mundiales a través de préstamos, tratados, y con las tropas de la OTAN, efectuado todo sínicamente en nombre de la democracia y la soberanía.

El dúo dinámico de los Estados Unidos y la Unión Europea, con sus pretensiones de superioridad moral y falsa defensa de la democracia y la libertad, ya no son el único bravucón del mundo. Vladimir Putin, el estratega astuto, ha logrado usar una combinación de inteligencia y poder ruso para acorralar a sus oponentes. Y mientras los indignados neoconservadores gringos y la vieja guardia europea se tragan el inexorable avance ruso, el mundo toma nota, con una mezcla de temor y admiración, de su nuevo bravucón.

Si el mundo estará mejor con uno, dos, o incluso más bravucones, sólo el tiempo lo dirá, pero si comparamos los casos de agresión estadunidense, desde los golpes de estado, los ataques indiscriminados de los aviones Drone, las invasiones y bombardeos "humanitarios," hasta las ocupaciones en el Medio Oriente, con la toma de Crimea por Rusia, en la que no se disparo una sola bala, la alternativa rusa no parece tan terrible. Y si los Estados Unidos y Europa quieren quejarse de las violaciones rusas del derecho internacional sin hacer el ridículo, puede que ellos mismos tengan que empezar a respetar el derecho internacional, lo cual está lejos de ser una terrible posibilidad.

Por Camilo Mejia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario