Reproducido del blog de Enrique Saenz
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La rebelión de abril
Se menciona con frecuencia que la
historia la escriben los vencedores. Y la mayor parte de las veces es
cierto. También es una frase conocida que el pueblo que desconoce su
historia está obligado a repetirla.
Menciono estas dos frases a propósito de que hoy sábado es 4 de abril. Una fecha que pocos recuerdan y muy pocos conmemoran.
El 4 de abril de 1954 se produjo la
primera rebelión militar en contra de la dictadura de Anastasio Somoza
García. Un grupo de ciudadanos, de distinta filiación política, unidos
por el ideal de la libertad, conservadores y liberales de aquel tiempo
-valga la aclaración, de aquel tiempo- junto a miembros de la
organización juvenil conocida como UNAP y, tomen nota, ex oficiales y
oficiales activos de la guardia nacional, montaron un levantamiento
armado en contra de Somoza García, que llevaba casi 20 años en el poder y
se preparaba para una nueva reelección. El propósito de la rebelión era
derrocar la dictadura e instaurar un proceso de cambio democrático.
El somocismo enterró este episodio
histórico. Posterior a Somoza, se quiso imponer como la única historia
de rebeldía en contra del somocismo, la historia del Frente Sandinista y
así, los héroes de abril quedaron apartados en un rincón oscuro de la
historia.
Nuestra obligación…la obligación de todo
nicaragüense comprometido con las luchas en contra de la opresión es
rescatar y enaltecer la memoria de todos los que se inmolaron
enarbolando las banderas de la libertad.
Y se trata de rescatar episodios
dolorosos de nuestra historia no con el propósito de acariciar una
vocación trágica, sino porque, si aprendemos la lección tenemos mayores
posibilidades de no repetir las tragedias.
El grupo de nicaragüenses que ofreció su
vida en abril de 1954, lo hizo después de que Somoza se había burlado
repetidamente de la voluntad popular y de la buena fe de la gente,
reeligiéndose una y otra vez, reformando la constitución, comprando
conciencias, realizando fraudes electorales, acordando pactos y diversas
triquiñuelas para perpetuarse en el poder. Y en esas fechas se alistaba
para una nueva reelección, mientras aseguraba la implantación de la
dinastía situando a sus hijos en puestos claves en el congreso nacional y
en el ejército.
Una simple fórmula sintetizaba la clave
de poder de Somoza García. La fórmula de las 3 P. Plata para los amigos,
palo para los indiferentes, plomo para los enemigos.
La rebelión de abril fracasó por una suma de razones.
Se dice que el caudillo conservador de
esa época, Emiliano Chamorro, que participaba en la conjura, al
percatarse de que la operación no estaría bajo su control, incumplió su
promesa de asegurar la incorporación de 300 combatientes. Esa promesa
condujo al plan original que consistía en atacar y tomarse los cuarteles
centrales de la guardia nacional. En la fase culminante, como el número
de conjurados no era suficiente para ejecutar el plan original,
tuvieron que improvisar sobre la marcha y optaron por colocar una
emboscada en la ruta sobre la cual acostumbraba transitar Somoza, por la
carretera sur, rumbo a su hacienda Montelimar. Al final, el dictador no
pasó por el sitio pues se decidió por asistir al aeropuerto a recibir
unos caballos de raza que le enviaban desde Argentina.
Los movimientos sospechosos y la delación
de un traidor destaparon la conspiración, cundió el desconcierto y se
inició la cacería.
Los combatientes fueron masacrados en los
cafetales de Carazo. Unos cayeron en combate; otros fueron asesinados
después de ser capturados. Otros fueron torturados, procesados y
condenados a prisión.
Uno de los héroes, o mártires, que es
casi lo mismo, que participaron en la “rebelión de abril” fue Adolfo
Báez. Militar de carrera, con estudios especializados en Guatemala y con
una arraigada vocación de cambio democrático y justicia social, según
lo describe don Arturo Cruz Porras, que era su cuñado. Sufrió exilio,
cárcel y después la muerte, junto a su hermano Luis Felipe, en lucha por
sus ideales. Nuestro homenaje hoy, a 61 años de su inmolación, al
honor, valentía y compromiso con la libertad de los hermanos Báez Bone.
Algunos de los combatientes martirizados
son Pablo Leal, Gustavo Zavala, Agustín Alfaro, José María Tercero,
Rafael Praslin, Amadeo Baena, Carlos Ulises Gómez, Joaquín Cortés,
Manuel Agustín Alfaro, Luis Gabuardi, Luis Morales Palacios, Juan
Martínez Reyes, Antonio Velásquez, Edgard Gutiérrez, Francisco Caldera,
Juan Ruiz Traña, Julián Salaverry.
Nuestro homenaje a estos luchadores por la libertad. Nuestro homenaje y nuestro recuerdo emocionado.
Hoy, que la libertad ha sido nuevamente
secuestrada, el mejor homenaje que podemos hacer a estos nicaragüenses
que pagaron con su vida sus ansias de libertad, es luchar con denuedo
por rescatarla y evitar que debamos vivir nuevos episodios de violencia,
muerte y desolación.
Los héroes no dijeron que morían por la patria…sino que murieron…
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