La vida me lleva de la mano al tercer acto. Los sesenta a
la vuelta de esa curva de Abril y...la verdad, como si nada. Hermosa esta
existencia. Tan mía, tan elegida. Desde esta lontananza oteo el horizonte y mi
corazón está tranquilo. Desfilan ante mis ojos tan hermosos momentos. Tantos.
Peón oficioso de esta batalla por los pobres, por la familia y por mí mismo. Cuando
estuve del lado del bien…de nada me arrepiento. Un nuevo adiós a los amigos tan queridos que
con tanta nobleza de tantas maneras cantaron en coro ¡”Que se rinda tu madre”! Ya
casi lo vi todo. Siete países...tanta humanidad reunida en una sola vida.
África en mi corazón y yo sintiéndome ciudadano centroamericano aunque la
Nicaragua - tan coqueta - sea mi AMADA. Tan diversos pero tan idénticos. Cuando
fui más allá del color de la piel y las señales culturales solo encontré los
mismos afanes. Vieja paradoja de la humanidad donde el sino ha sido la mezcla.
A veces los valores ensalzados y otras veces degradados. Humanos al fin,
imperfectos. El Mariano ni santo, ni incólume. Como todos, en esta lucha por
ser la mejor versión de mi mismo. La versión 6.0 ya no me espera. Soy un
ciudadano de la sexalescencia. Bienvenidas fueron las turbulencias y las horas
calmas, los claros y los oscuros, los amores y los desamores, el confort y los
riesgos, la vida en todo su esplendor y la muerte compañera inevitable. Desde
este peldaño, preparado para integrarme cuando sea el día a la energía
universal, lo digo con humildad y orgullo “Vida nada me debes, Vida estamos en
Paz”.
(Managua, 2013)
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