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Me levanto en
la noche. La máquina que habito actúa
con piloto automático. Aquel sitio tan especial la espera. Ahí, hace de las
suyas. Con fecha de vencimiento anticipada, comienza a dar señales de fatiga.
La senda que me lleva a la energía universal entra en su fase de descenso
rápido. Estoy preparado. En este último ciclo el amor me ha tomado por
asalto... Vuelo hacia ti y me arrojo en tus ojos. Desde tus honduras pellizco
las estrellas y ellas, cómplices, deletrean mi nombre. Sonrió desde el cuarto
creciente y las nubes me dibujan. Terco, aparezco en el reflejo de los amaneceres
y atardeceres en tus retinas. Floto en tu océano interior y me dejo llevar por
tus marejadas, flujos y reflujos. Circulo por tus recovecos y callejones.
Alineo mi ritmo con el tuyo y tus fluidos susurran suave cuanto te amo. Ya ves,
nada nos separa. En esta intersección de tiempo y energía donde habitamos,
desde este manojo de huesos, músculos y tendones, desde la chispa vital que nos
anima, otra vez, como muchas otras veces, simplemente, estoy contigo...
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