Como agonizó y murió clínicamente Jesús
Como agonizó y murió clínicamente Jesús
El siguientes es el cuadro clínico de la muerte de Jesús realizado por el Doctor en Medicina y Cirugía Francisco José Berral de la Rosa.
Todas
las referencias en relación a la muerte del Nazareno se basan en
documentos escritos y no en el análisis del cuerpo físico o de sus
restos. En este sentido la credibilidad de cualquier discusión sobre la
muerte de Jesús es determinada básicamente por la credibilidad de las
fuentes, entre ellas los escritos antiguos cristianos y no cristianos,
los escritos de autores modernos, el Sudario de Turín y los avances de
la Medicina.
La
documentación científica existente acredita que Jesús padeció y sufrió
el más cruel de los castigos. El más inhumano y despiadado de los tratos
que puede recibir un hombre.
Partimos
de que Jesús mantuvo numerosos viajes caminando a través de la
Palestina del siglo I para impartir sus enseñanzas. Esto excluye que
padeciese alguna enfermedad física de importancia o una constitución
débil. Es por tanto razonable suponer que Jesús gozaba de un buen estado
de salud.
En un periodo de 12 horas, desde 9 de la noche del jueves 6 de abril
(Nisan 13) a las 9 de la mañana del viernes 7 de abril (Nisan 14), Jesús
sufre un enorme deterioro físico que comienza en el huerto de Getsemani
(esquema).
Lo
vivido por Jesús antes de ser arrestado se refiere en distintos
escritos como una mezcla indecible de tristeza, de espanto, de tedio y
de flaqueza. Esto expresó una pena moral que llegó a tal grado de
intensidad que se manifestó somáticamente mediante la liberación de
sustancias químicas que provocaron una hematidrosis, es decir, sudor con
sangre. Este proceso extraordinariamente inusual en el ser humano,
fisiológicamente es debido a una congestión vascular capilar y
hemorragias en las glándulas sudoríparas, haciendo que la piel se vuelva
frágil y débil. No obstante la perdida real de sangre en el Maestro fue
mínima, no así el daño psicológico.
Llevado
ante el Sanedrín político, ante Caifás, Jesús es condenado y golpeado
fuertemente en el rostro. También el Sanedrín religioso, constituido por
fariseos y saduceos, condena a Jesús. Llevado a la fortaleza Antonia y
al Palacio de Herodes Antipas, en última instancia Pilato entrega a
Jesús para ser flagelado y crucificado. Para celebrar todos estos
juicios Jesús es obligado a caminar unos 4 kilómetros.
La
flagelación era un preliminar de tipo legal para toda ejecución romana.
El hombre era desnudado y atado a un poste siendo golpeado con azote
corto denominado flagrum o flagellum. La espalda, las nalgas y las
piernas eran azotadas por uno o dos soldados.
Los azotes repetidos de los legionarios con las bolas de hierro, sobre
una piel ya sensible por la hematidrosis, causaron en el cuerpo de Jesús
profundas contusiones, su espalda quedó tan desgarrada que la espina
dorsal quedó expuesta, las laceraciones cortaron los músculos y la carne
desgarrada sangró abundantemente provocando una importante pérdida de
sangre y plasma. El enorme dolor y la pérdida de sangre habitualmente
crean las condiciones para un shock circulatorio. La cantidad de sangre
perdida podía muy bien determinar cuánto tiempo sobreviviría la víctima
en la cruz.
El
abuso físico y mental provocado por los judíos y romanos, la coronación
de espinas, la falta de alimento, de agua y de descanso, y la pérdida
importante de sangre, debilitaron enormemente el estado general del
Nazareno, provocando:
1. Un aumento del ritmo de su corazón.
2. Una disminución de la presión sanguínea.
3. Que los riñones dejasen de producir orina para mantener el volumen restante.
4. Enorme sed, porque el cuerpo ansía fluidos para reponer el volumen de sangre perdido.
En
estas condiciones es llevado Jesús a una de las ejecuciones más
crueles, despiadadas y degradantes que haya inventado el hombre, la
crucifixión, suplicio de origen oriental, persas, asirios y caldeos, y
perfeccionado por los romanos.
Jesús
caminó algo más de medio kilómetro, entre 600 y 650 metros, portando un
travesaño o patíbulum de entre 34 y 57 kilos de peso.
Los clavos usados por los romanos tenían entre 13 y 18 cms, con una
sección cuadrada de 1 cm. Estudios realizados con cadáveres han
documentado que los clavos tienen que penetrar, para mantener al
crucificado, bien entre el radio y la primera hilera del carpo, o bien
entre ambas hileras de los huesos del carpo. La Síndone ha corroborado
estos datos.
El clavo atravesó triturando el nervio mediano, provocando un enorme
calambre. Es tan insoportable este dolor que hubo que inventar un
término nuevo en la medicina para describirlo, conocido como dolor
excruciante (dolor de la cruz). Los pies también fueron clavados a la
cruz. El clavo traspaso el espacio entre el 2º y 3º metatarsiano
destruyendo el nervio profundo peroneo y las ramas plantares.
Para fijar los pies, Jesús hubo de flexionar las rodillas a fin de poder realizar una ligera rotación lateral de las piernas.
Una vez clavado fue colocado en posición vertical, provocando un
estiramiento intenso de los brazos, tal vez mayor de 15 cms., lo que
originó la luxación del hombro.
En esta posición, la muerte es lenta y agonizante por asfixia. Jesús
soporto esta situación unas 3 horas. Durante este tiempo Jesús tenía
enormes dificultades para expulsar el aire. Para llevar a cabo este
movimiento espiratorio debía de elevarse ligeramente en la cruz para
descomprimir la caja torácica, apoyándose en los pies y flexionado los
brazos, lo que supuso terribles dolores en todas las extremidades.
En
la medida en que redujo el ritmo respiratorio, entró en acidosis
respiratoria, es decir comenzó a retener dióxido de carbono en la
sangre, proceso conocido como hipercapnia. El CO2 se disolvió como acido
carbónico al no poder ser expulsado, lo que provocó mayor acidez en la
sangre, calambres musculares y contracciones tetánicas. Este mecanismo
alteró el ritmo de su corazón, provocándole un pulso irregular, que
origino un paro cardiaco. Jesús pudo darse cuenta de la proximidad del
fatal desenlace, lo que ocurrió, tras dar un enorme grito, a las 3 de la
tarde del viernes 7 de abril (Nisan 14).
Para
corroborar la muerte de Jesús, los soldados atravesaron su costado
entre el 5º y 6º espacio intercostal, brotando agua y sangre al retirar
la lanza. Con toda probabilidad el agua era fluido pleural o
pericardico, y habría precedido a la efusión de sangre procedente de la
aurícula derecha que fue perforada por la lanza.
La interpretación médica moderna del evento histórico indica que Jesús
estaba muerto cuando fue bajado de la cruz, su madre María estaba allí.
Fuentes: Francisco José Berral de la Rosa, Signos de estos tiempos
Observación.
Aunque esta descripción médica difiere unpoco de las revelaciones
hechas a muchas almas elegidas, nos da una idea del intenso sufrimiento
de nuestro Señor por causa nuestra.
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