Reflexiones en tus / mis 25 años.
Tú has sido mi hijo amado. El esperado. Llegaste a mi vida en el momento más oportuno. Preparado
al fin para una paternidad, tu madre,
ese ser extraordinario que tanto ha contribuido en mi vida, te trajo al mundo, después
de los menesteres del caso, haciéndose eco del poema de Gioconda Belli “Y Dios
me hizo mujer”, hermoso himno a la femineidad y a su condición de género. Este
cumpleaños es una buena excusa para
reflexionar acerca de ti y de mi, acerca de nuestra condición de machos de la
especie y de los roles que jugamos en la sociedad moderna. Sobre todo para entender porque eres como eres, ese hermoso
regalo de la vida. ¿Por qué lo hago,
amor? La razón es simple. Contigo me gradué de Padre y para lo que sirva en
nuestra familia, quiero compartirlo. Quiero comenzar este desacato con una afirmación
breve que sintetiza la esencia de nuestras diferencias. Tú, amor, eres mejor
que yo. Mejor que cuando, aunque parezca mentira, también tuve 25. No tengo
duda, serás mejor que yo también cuando te acerques a la curva de los sesenta. Tampoco
tengo dudas, no eres perfecto, como ninguno de nosotros, pero tus puntos de
partida son mejores que los de muchos, y por supuesto, que los míos. ¿Qué factores
han influido en este proceso para modelarte hasta este momento de tu vida, hijo?
Voy a improvisar. El área del crecimiento y del desarrollo emocional, psicológico
y físico de un ser humano no es propiamente mi área, aunque siempre haya estado interesada en ella y actualmente,
desde mi posición laboral, este trabajando en ella. Pues bien, iniciemos este
proceso de comparación entre mi vida y mi vida, para entender mejor las
diferencias, coincidencia y extraer las lecciones aprendidas. Ambos fuimos
fruto del amor y compartimos circunstancias donde el embarazo fue bienvenido.
Papa y mama recurrieron a un tratamiento de fertilidad para “tenerme” y tu madrecita
bella, mas allá de mis dificultades biológicas, quedo embarazada con solo
enseñarle el calzoncillo, guardando las distancias por supuesto. Hablando de distancias. Las distancias con
nuestros hermanos que nos precedieron, en ambos casos era alta. Trece años en
mi casa, 11 o 12 y 7 años en el tuyo. Fuimos amados desde nuestro nacimiento
por nuestros padres y las familias materna y paterna. Gozamos de abuelas y…¡que
abuelas! . Tú tuviste la oportunidad de disfrutar del abuelo y la abuela materna,
para mi mala fortuna yo no. Al abuelo Francisco lo asesinaron en León, por una
disputa de tierras. Perdí la oportunidad de conocer a Don. Francisco Castellón,
ancestro y progenitor de mi madre. Tampoco conocí a mis abuelos paternos:
Virgilio Salazar y Dulia Solórzano. Sí, nos
acompañaron a ambos nuestros tíos y tías, maternos en tu caso, paternos y mtaernos en el mío;
mas una “manada” de primos hermanos, más extensa por mi lado que por el tuyo en
lo que relaciones directas se refiere. Hermosas ambas familias, más allá de
nuestro núcleo inmediato. Cercanas, solidarias, cariñosas. Siempre presentes. Y
aquí comienzan las diferencias en nuestros procesos de crianza y de
convertirnos en hombres. Tu vida, amor, ha estado marcada por la estabilidad.
Una casa, un preescolar, un colegio, una universidad, un barrio, una ciudad.
Una…¡belleza! La mía por la inestabilidad. Al menos seis casas hasta la casita
en Bello Horizonte, herencia de mi madre,
donde pienso terminar mis días desvariando encima de una hoja en blanco. Dos países, Costa Rica y Guatemala,
antes de radicarnos en Nicaragua e iniciar el proceso de hacerme y ser nicaragüense.
Tu nunca tuvistes conflictos de nacionalidad, eres nica de “nasciencia”, yo lo
soy por opción. Mi formación de primaria y segundaria repartida en tres países:
Costa Rica, Guatemala y Nicaragua. Distribuida en 7 centros escolares, entre la
primaria (3) y la segundaria (4). Estudiastes la carrera universitaria en la
misma ciudad donde has vivido toda tu vida. A mí me toco irme para León a sacar
la carrera de medicina. Tus hermanos te amaban desde que estabas en el vientre
de tu madre. Llegaste y fuiste una alegría. Llego el “chichi” decían mis amorosos
negros, tan bellos, a los cuales simplemente he aprendido a amar en esta
encarnadura. Para mi hermano, desconozco las circunstancias, había llegado la
competencia. Tú tuviste hermanos mayores, uno de ellos, verdadero ejemplo en tu
vida de las cosas de hombres. El mío fue mas una figura de referencia.
Preocupado por su vida y agenda. Queriéndome de refilón pero sin un compromiso
solido conmigo. En fin, las circunstancias tampoco fueron fáciles para él, de
acuerdo a lo poco que conozco de esa historia. Fueron más hermanos mayores, por
ejemplo, Douglas, mi primo hermano tan querido y amigos como Agustín en las
circunstancias en las que nos encontramos, que no eran sencillas, sin más
detalles. Tus hermanos han sobrevivido a lo largo de tus ciclos de vida. Vieron a tu madre embarazada. Te
conocieron BB. Te han visto convertirte, ciclo por ciclo, en el adulto joven que hoy
eres. Cada etapa de tu vida, sin idealismos - también ellos estaban creciendo, transformándose,
madurando - fue una oportunidad, cada uno con su propio estilo, para amarte, al
estilo de Frank Sinatra “My way…”. Continúan presentes en tu vida y tú en la
vida de ellos. Me quede solo a los 16 – 17 años. Mi hermanito murió de leucemia.
Nuestra madre casi muere del dolor. Sobrevivió sobreponiéndose a la adversidad
y vivió hasta el último de sus días con su corazón sangrando por esa terrible herida.
Tuviste padre y madre y…¡que madre! Una
leona de tiempo completo para quererte, protegerte, entenderte, motivarte. En
gran parte, eres producto de esa crianza amorosa de una madre dotada de gran
sentido maternal y talento natural para
lidiar con un ser humano desde su nacimiento hasta la fecha. Una combinación nada
fácil de encontrar en la vida. Papa a tu lado, siempre a tu lado. Cercano,
presente, sin ánimo de perfección. Mas allá de mis aventuras, de las distancias
a veces tan catastróficas. Yo en África y tu en América Central. Cumpliendo con
el deber de estar ahí en la crianza de su hijo. Por teléfono a veces hasta
satelital, internet. Hice hasta muecas y señales de humo para que supieras que estabas atrapado en mi corazón, Pero, al final, nada en especial. Solo la satisfacción
del deber cumplido…y punto. Ya tus alas han crecido, hijo, y tu nariz apunta
hacia otros nortes. Es normal. Te criamos para la vida y lo más importante,
para TU vida. Los años van a continuar pasando, indetenibles. La vida, la
eterna vencedora, te llevara por estos caminos de Dios donde tendrás que poner
a prueba tus valores, tu estilo de vida, tus pasiones. Veremos, hijo, en el
crisol de la existencia, de que madera estás hecho y…por lo que hemos visto hasta la fecha, estamos confiando en ti. Ya
sabemos lo que viene. Tendrás en el momento oportuno tu propia familia. La
escalera del ascenso social para cumplir con tus sueños y metas personales,
familiares y del corazón, estará salpicada de competencia, a veces leal y la
gran mayoría de las veces desleal. Los mediocres se te colgaran de las “patas”, en buen nicaragüense,
para que no asciendas hasta el cielo de ser la mejor versión de ti mismo. Las
oportunidades aparecerán y tu tendrás que aprovecharlas. Muchas veces
simplemente con sentido práctico. No vas a dejar de equivocarte. Es parte de
ser y no de tener. Aprenderás, como todos. Vas a tener que llenarte de
paciencia para saber…esperar, dejar fluir. Confiar en que la divinidad con su
mano invisible acomodará tus circunstancias para que se cumpla en ti su propósito,
y tú…haciendo tu parte, esforzándote al máximo, como ya lo haces. La Fe llegara
también, de hecho ya existe. Madurará al suave, fácil, cuando lo menos lo
pienses, será tan natural como reír y comer, complementando tu vida y acompañando
tus sueños. El futuro, TU futuro, lo construirás sin mayores angustias,
acompasando tus fases. Ni tu mama ni tu
papa hemos estado exentos de errores. Te acompañaran por el resto de tu vida. A
veces como un lejano recuerdo, otras como una marca de fábrica, otras como una señal
indeleble. Algo te garantizo, hemos tratado de dar por ti y esta familia, lo
mejor de nosotros. Salvado de la cruz de la gran transformación social, eres más
libre para ser TU en tus circunstancias. Creo, y este era el sentido original de
estas notas a vuelo de pájaro, que a tu favor han jugado los siguientes factores.
Con un escenario familiar como paño de fondo – no exento como es normal de
divergencias y conflictos, pero con una dosis de cariño, respeto, compromiso y
solidaridad siempre presente – estos hechos
fundamentales que menciono a continuación me parecen relevantes: un padre y una
madre comprometidos contigo desde el momento de tu concepción hasta hoy,
amorosos hermanos (a) que han enriquecido tu vida y viceversa, estabilidad en
tu formación académica y vida cotidiana y solidas raíces en la nicaraguanidad. Para
lo que le puedan servir estas notas a mis hijos e hija, aquí quedan estas rápidas
apreciaciones. ¡Le doy gracias a Dios por ser como eres! ¿Descubriendo el agua
tibia? Puede ser. Pero esta es mi manera de aprender y…compartir.
Papa Mariano